La Semana del Parto Respetado se celebra cada año para visibilizar un aspecto clave de la salud materna: el derecho de cada mujer a vivir su parto de forma consciente, segura, y con acompañamiento informado. Del 13 al 19 de mayo, esta iniciativa global nos invita no solo a recordar esos derechos, sino también a reflexionar sobre cuánto nos queda por mejorar.
¿Qué es la Semana del Parto Respetado y por qué se celebra cada año?
Desde hace más de dos décadas, distintas organizaciones sanitarias, profesionales y colectivos maternales promueven la Semana del Parto Respetado como un espacio de sensibilización y reivindicación. No se trata únicamente de condiciones clínicas óptimas, sino de poner en el centro la experiencia emocional, psicológica y social de la mujer.
Este año me gustaría hacer énfasis en una verdad incómoda: aún idealizamos en exceso el embarazo, el parto y la lactancia. En muchos discursos sociales y mediáticos, se sigue proyectando una imagen edulcorada de la maternidad, donde todo fluye con naturalidad y armonía. Sin embargo, la realidad suele ser más compleja, diversa y, en ocasiones, desafiante.
Garantizar un parto respetado implica escuchar, informar sin sesgos, y permitir que la mujer participe activamente en todas las decisiones. Significa proteger su autonomía, respetar sus tiempos fisiológicos, ofrecer intimidad, y evitar intervenciones innecesarias o prácticas violentas.
Idealización del embarazo, parto y lactancia: el gran obstáculo invisible
Durante décadas se ha construido un relato uniforme de lo que «debería ser» la maternidad. Muchas mujeres llegan al embarazo y al parto con una mochila de expectativas irreales: una gestación perfecta, un parto sin complicaciones, lactancia exclusiva desde el primer minuto y conexión mágica con el bebé.
La presión por cumplir con ese guión invisible es enorme, y puede generar sentimientos de frustración, culpa o insuficiencia cuando la experiencia no coincide con el ideal.
Tu experiencia vs Instagram, libros o consejos ajenos
Hoy más que nunca, las redes sociales influyen en cómo percibimos lo que nos pasa. En Instagram vemos partos «soñados», cuerpos que se recuperan en días, bebés que duermen sin llorar. A eso se suman libros de crianza con recetas universales y consejos bienintencionados —pero a veces poco realistas— de amigas, familiares o vecinas.
Todo eso configura una narrativa artificial que deja poco espacio para la diversidad de vivencias. En la vida real, el parto puede doler, asustar o frustrar. La lactancia puede no fluir, o incluso no establecerse. Y eso no hace a nadie una mala madre. Hablar desde la verdad, compartir experiencias honestas y respetar las emociones de cada mujer es fundamental para avanzar hacia una maternidad más humana.
Información de calidad vs sobreinformación y desinformación
En internet encontramos miles de artículos, foros y videos sobre el embarazo y el parto. Pero la cantidad no siempre es calidad. Muchas veces, la sobreinformación genera más ansiedad que alivio. Peor aún, la desinformación puede llevar a tomar decisiones equivocadas o inseguras.
Por eso, buscar apoyo profesional es clave. En la consulta de ginecología podemos orientar con base científica, aclarar dudas y ofrecer acompañamiento emocional y físico en cada etapa del embarazo, parto y posparto. Nuestro rol, como ginecólogos, no es solo clínico: también es acompañar desde el conocimiento, la escucha y el respeto.
Y lo mismo aplica en etapas posteriores como la lactancia materna y alimentación complementaria, donde muchas madres también se enfrentan a mitos, presiones externas y decisiones difíciles. Contar con información fiable es esencial para acompañar el crecimiento del bebé sin perder de vista el bienestar de la madre.
La Semana del Parto Respetado no debería ser solo una campaña anual. Debería ser un recordatorio permanente de que cada mujer merece ser escuchada, comprendida y cuidada, antes, durante y después del nacimiento de su hijo.
Respetar el parto es respetar a la mujer. Es entender que no hay una sola forma de vivir esta experiencia, y que cada historia merece ser validada.
