Muchas veces la carga mental puede ser peor que el trabajo físico. Por eso es importante saber organizar nuestro tiempo, y nuestros pensamientos…
Me encantan las listas. De todo tipo. Hago listas de cosas pendientes en la agenda, en Post-it, en el móvil, en las servilletas de Il Via, cuando voy a tomar un café y de golpe me asalta una idea de algo por hacer que no puedo dejar escapar.
El fin de semana justo antes de salir para la playa se me vino a la cabeza: «cuando vuelva no tengo que olvidarme de organizar todo lo referente a la guardería (que nos habían pedido durante la semana pero como siempre queda para último momento) y de mirar si ha secado la ropa». Listo. Dos tareas en mi «lista mental». Y ya me empecé a sentir un poco cansada. Todavía no había salido de casa y ya tenía cosas pendientes para mi regreso…
Las listas son buenas. Nos ayudan a organizar nuestro tiempo. Pero las listas mentales no tanto. Muchas veces son unas listas interminables que para lo único que sirven es para agotarnos y generar estres. Sin embargo, los hombres (hablando en general, siempre hay excepciones) no son tanto de listas mentales. Cuando veo a mi chico mirando Discovery Max no tiene cara de estar pensando en que tiene cosas pendientes, porque en verdad no las tiene. No tiene listas. Si hay que hacer algo lo hace. Y punto. Ahí se acabó la tarea. Admiro esa capacidad de desconexión total que tienen, sobre todo en lo referente a las tareas del hogar.
¿Y porqué nosotras no somos capaces de desconectar de nuestras tareas pendientes? ¿Porqué estamos cocinando y pensando las veinte mil cosas que nos quedan por hacer? ¿Es que se acaba el mundo y hay que hacer todo hoy?
He decidido yo también dejar de tener listas mentales, y como promueve el Mindfulness intento centrarme en el aquí y el ahora. Es mejor repartir durante la semana todo aquello que tenemos que hacer, una agenda es una buena herramienta para ello, y es más productivo tener dos o tres cosas que hacer cada día que una lista con veinte cosas para el mismo día. Y si podemos acortar la lista y delegar alguna tarea muchísimo mejor.
Así que al final me fui tranquilamente a la playa, y a mi regreso, me encargué de mirar la ropa mientras mi chico terminó de organizar todo lo referente a la guardería… Feliz semana!