Os propongo un juego: supongamos que estas niñas de la foto son gemelas homocigotas (que se desarrollaron a partir del mismo óvulo fecundado y por ende comparten el mismo material genético), pregunta: ¿tienen que ser en la vida adulta idénticas si o si?. Si una de ellas desarrollara un cáncer ¿también debería desarrollarlo la otra? Si tus respuestas han sido no has acertado. Y la responsable de todo ello es la epigenética.
¿QUÉ ES ENTONCES LA EPIGENÉTICA?
Para explicarlo de un modo sencillo digamos que son aquellas modificaciones heredables que sufre nuestro ADN sin alterar su secuencia y que van a modificar la expresión de nuestros genes. Imaginemos que tenemos una receta de cocina y se la damos a una amiga. Si ambas hacemos la receta el resultado debería ser el mismo. Pero si una le agrega o cambia algún ingrediente, aunque la receta original sea la misma, el resultado será diferente. Pues algo parecido sería lo que sucede con nuestro genoma, esas modificaciones que se producen en el ADN pueden producir que un determinado gen se exprese o sea silenciado. Y eso trae consecuencias.
ESTILO DE VIDA Y EPIGENÉTICA
Estas modificaciones que sufre el ADN hoy en día se conoce que pueden ser a través de diferentes maneras (metilación, alteración de las histonas o del micro ARN) pueden ser generadas por factores ambientales: la dieta, la radiación UV, el estrés, los fármacos, el tabaco o el alcohol parecen ser los responsables de producir estos cambios y que nuestro ADN responda de diferente manera. Esto se produce desde la vida intrauterina y a lo largo de nuestras vidas.
EPIGENÉTICA Y CÁNCER
Para que un individuo desarrolle un cáncer deben darse una serie de condiciones: que halla un gen alterado o bien un gen normal que sufra una modificación y lo altere. Un ejemplo es el virus del Papiloma Humano (HPV) quien tiene la capacidad de modificar la expresión de nuestros genes (mediante un proceso de metilación) pudiendo de esta manera predisponer al desarrollo del cáncer de cérvix.
Nuestra genética no podemos cambiarla, pero la buena noticia es que nuestra epigenética si. Ello explica en parte porque dos gemelos pueden tener la misma alteración genética y uno desarrollar una determinada enfermedad y el otro no. O porque hay más casos, por ejemplo, de cáncer de mama no hereditario, probablemente hay factores medioambientales que están alterando nuestros genes normales. En este último caso no fallan los genes, es el entorno.
También las enfermedades cardiovasculares, la diabetes o las enfermedades autoinmunes podrían tener un origen epigenético.
El futuro de la epigenética es prometedor. Las líneas de investigación apuntan al desarrollo de fármacos capaces de actuar sobre estas modificaciones. Aunque todavía queda mucho por saber algo está claro: no sólo importan nuestros genes, lo que nos rodea también es importante.