Da lo mismo la edad que tengas, en algún momento de tu vida puedes experimentar que tus ganas no son las mismas que antes…
La ausencia del deseo, excitación o placer sexual es muy frecuente (más de lo que pensáis), sobre todo en mujeres, y puede deberse a múltiples factores.
En primer lugar, el estrés cotidiano (ya sea por el trabajo, estudios, el cuidado de los niños o las tareas domésticas), unido al cansancio físico que conlleva, nos van quitando tiempo y ganas para un encuentro sexual.
Las diferentes etapas de la vida de una mujer también influyen en su sexualidad. Ya sea durante el embarazo, la lactancia o durante la menopausia, las mujeres sufrimos cambios hormonales que a su vez generarán cambios físicos y muchas veces psicológicos que también interfieren en el complejo mecanismo de la conducta sexual . La pérdida de la autoestima que puede acompañar a estas etapas es muy importante, ya que si nos consideramos poco atractivas nosotras mismas, probablemente pensemos que nuestra pareja nos ve de la misma manera.
Ciertas enfermedades así como algunos fármacos y el alcohol en exceso también predisponen a la falta de deseo sexual. Si hemos tenido alguna experiencia traumática previa o la cultura o creencias religiosas (por suerte cada vez hay menos tabú acerca del sexo) también influirán en la manera en que percibimos nuestra sexualidad.
¿Qué podemos hacer para mejorar nuestro deseo sexual?
Os voy a dar una buena y una mala noticia. La buena es que ¡podemos mejorar nuestra vida sexual!. La mala es que a día de hoy no existe la «viagra femenina» (a pesar de que en septiembre se aprobará en EE. UU la bremelanotida, un fármaco para combatir la falta de deseo sexual).
La falta de deseo es multifactorial y por ende el tratamiento también debe tener diferentes enfoques.
Siempre que haya una causa orgánica asociada (por ejemplo: dispareunia, o dolor en las relaciones sexuales), se deberá realizar el tratamiento específico en cada caso.
Debemos realizar alguna actividad que nos ayude a disminuir el estrés: la práctica de algún deporte, técnicas de relajación (mindfulness, tai chi) o cualquier actividad que nos genere placer y que nos ayude a desconectar de las preocupaciones del día a día.
La rutina es un terreno fértil para la falta de deseo. Lo nuevo, por el contrario, siempre resulta más atractivo. Una escapada en pareja, una cena romántica, o incluso una lencería nueva pueden ser la llama perfecta para despertar la fantasía sexual.
Tenemos que potenciar la intimidad, tener un momento donde poder estar con nuestra pareja (a ser posible sin el móvil de por medio), aunque no sea meramente para un encuentro sexual. Si no hay diálogo o una buena relación de pareja, es difícil tener una buena vida sexual.
Cuando la falta de deseo deja de ser algo pasajero y persiste más allá de los 6 meses, el abordaje psicoterápico resulta clave, ya que en la gran mayoría de los casos, no existe patología orgánica sino factores psicosociales que merecen ser tratados y corregidos con la ayuda de un profesional.
Los tratamientos farmacológicos actuales pueden ser necesarios y beneficiosos en algunos casos.
Y lo más importante: no pienses que es algo normal o que no podemos hacer nada al respecto. Consulta con tu ginecóloga, será quien te recomendará el tratamiento adecuado para mejorar tu vida sexual.
¡Hasta la próxima!